QUÉ ES
El alcohol es una sustancia psicoactiva depresora del Sistema Nervioso Central que afecta a las zonas del cerebro que controlan el comportamiento y las emociones, ralentizando su actividad.
Los alcoholes son un grupo muy numeroso de sustancias químicas. Cuando nos referimos a las bebidas alcohólicas estamos hablando del alcohol etílico que se obtiene por fermentación (vinos, cervezas, etc.) y/o destilación (vodka, whisky, ron, etc.). Otros tipos de alcohol, como el metanol, el llamado alcohol de quemar o de 96º que se utiliza como desinfectante en medicina, no son aptos para el consumo humano.
La venta, publicidad y facilitación de su consumo a menores de edad están prohibidas y la tenencia y consumo por parte de menores puede conllevar sanciones. Respecto a los mayores de edad, su consumo está prohibido en la vía pública. Asimismo se desaconseja su consumo a embarazadas y enfermos así como a los trabajadores en su puesto de trabajo.
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CÓMO SE CONSUME
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El alcohol se ingiere por vía oral y su consumo en las sociedades occidentales forma parte de los hábitos recreativos de la ciudadanía.
A la hora de analizar el consumo de alcohol cabe diferenciar distintos tipos de consumo. Por un lado consumos moderados y ocasionales asociados a hábitos gastronómicos y reuniones sociales.
En segundo lugar los consumos abusivos que tienen carácter puntual y que normalmente se producen asociados a las salidas nocturnas del fin de semana. Las consecuencias negativas asociadas a estos consumos se producen a corto plazo, como sobredosis y comas etílicos así como el aumento de las posibilidades de sufrir accidentes de tráfico y como factor asociado a la violencia y los altercados de todo tipo.
En tercer lugar están los consumos adictivos y patológicos que son consumos que se mantienen de forma continuada a lo largo del tiempo y que terminan provocando cirrosis, deterioro mental, problemas en el aparato digestivo, etc.
EL FENÓMENO DEL BOTELLÓN
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En estos momentos el conflicto más llamativo sobre el consumo de alcohol asociado al ocio juvenil es el tema del botellón. A pesar de toda la problemática sobre ruidos, molestias y vandalismo que se relacionan con esta práctica, la verdad es que el botellón es sobre todo un fenómeno social muy popular asociado a la búsqueda de un espacio de encuentro y diversión por parte de los más jóvenes.
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No obstante hay que llamar la atención sobre el peligro del botellón como rito de iniciación de las primeras salidas nocturnas en las que aparece el alcohol sin ningún tipo de límites ni control y, con frecuencia, asociado al uso de los vehículos lo que supone sin duda el principal factor de riesgo y peligro vinculado al consumo de alcohol.
Los problemas provocados por la "ocupación" de la calle y los parques, la suciedad y el deterioro de estas zonas, o la alarma que provoca el acceso de los menores de edad al alcohol provocan que la prohibición de este tipo de consumos en la calle se haya generalizado en toda España.
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EFECTOS DEL CONSUMO DE ALCOHOL
El alcohol puede empezar a detectarse en la sangre a los 5 minutos de haberlo ingerido y alcanza su máximo nivel entre los 30 y 90 minutos siguientes. A partir de ahí, empieza su proceso de eliminación, pero la desaparición del alcohol en sangre dependerá de la dosis consumida.
EFECTOS DESEADOS
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Estados de placer y empatía.
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Euforia.
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Bienestar.
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Desinhibición.
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Relajación.
EFECTOS INDESEADOS
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Consumos abusivos.
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Problemas de coordinación y equilibrio.
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Sequedad en la boca.
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Visión borrosa.
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Problemas para pensar y hablar.
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Peleas.
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Accidentes.
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Náuseas y vómitos.
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Depresión cardiorrespiratoria.
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Coma etílico.
Sus efectos dependerán de muchos factores, entre ellos, el sexo y la dosis. Aun así, no hay consumo de alcohol seguro. Teniendo en cuenta que 1 UBE = 10 gr de alcohol puro (aproximadamente el contenido de una caña de cerveza), se muestra una Tabla con las dosis de bajo, medio y alto riesgo para cada uno de los sexos.​​​

CONSECUENCIAS DEL CONSUMO DE ALCOHOL
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El abuso prolongado durante años conlleva problemas psicológicos (dependencia, trastornos adictivos), depresión y ansiedad, pérdida de memoria, trastornos de la personalidad y comportamientos agresivos y violentos. El síndrome de abstinencia por alcohol (delirium tremens) es uno de los más peligrosos que existen ya que genera alteraciones agudas de la conciencia y atención, agitación, temblores, paranoia, delirio y otros síntomas desagradables que pueden extenderse hasta 10 días después del último consumo de alcohol.
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Respecto a los trastornos físicos destacan los problemas digestivos, de corazón o de hígado, como la cirrosis. Por último, destacar que en los hombres puede llegar a provocar impotencia sexual.
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El alcohol afecta a cada persona de manera diferente, pero es cierto que su abuso es uno de los causantes de la mayoría de peleas y malos rollos en las noches de fiesta. Conoce tu límite y conócete a ti mismo y controla lo que bebes.
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​SI DECIDES CONSUMIR...
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Decide previamente si vas a consumir alcohol o no. Si no estás seguro/a, no consumas.
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Consume con personas de confianza con las que te sientas seguro/a si algo va mal.
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Si los demás no quieren consumir, no te pongas pesadx.
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Conoce tus límites. Cada persona reacciona de forma diferente al alcohol. Aprende a identificar cuándo has bebido suficiente y escucha las señales de tu cuerpo y mente.
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Come antes y durante el consumo. Consumir alcohol con el estómago vacío acelera la absorción y potencia sus efectos. Comer (especialmente alimentos con grasa y proteína) ayuda a ralentizar la intoxicación.
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Hidrátate. Alterna cada bebida alcohólica con agua u otra bebida no alcohólica. Esto ayuda a prevenir la deshidratación, el malestar y la resaca.
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Bebe despacio. Espaciar el consumo permite que el cuerpo procese mejor el alcohol. Evita los "chupitos" o juegos de bebida que te empujen a ingerir grandes cantidades en poco tiempo.
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No mezcles con otras drogas o medicamentos. El alcohol potencia los efectos depresores de sustancias como benzodiacepinas, opioides, ketamina o GHB, lo que aumenta el riesgo de sobredosis, desmayos y accidentes.
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Atención con las bebidas preparadas por otros. No pierdas de vista tu vaso y evita aceptar bebidas de desconocidos. El riesgo de adulteración (con otras drogas o más alcohol) es real.
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Planea tu vuelta a casa. Evita conducir o ir solo en estado de embriaguez. Asegúrate de tener un medio seguro para volver (transporte público, taxi, apps, amigo sobrio).
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No consumas por consumir ni por estar a la onda ni por el simple hecho de que te ofrezcan consumir. Ten personalidad.
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Fíjate en cómo te afecta emocionalmente. El alcohol puede aumentar la impulsividad, la tristeza o la agresividad en algunas personas. Reflexiona sobre tu estado emocional antes de beber.
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Haz pausas y días sin beber. El consumo regular o intensivo tiene efectos acumulativos. Alternar con días de descanso ayuda al cuerpo a recuperarse y prevenir dependencia.​​
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